El movimiento de Kronstadt. Alexander Berkman.

 

Los marineros de Kronstadt se alarmaron visiblemente ante los acontecimientos de Petrogrado. Su actitud frente a las medidas tomadas por el gobierno contra los huelguistas estaba lejos de ser amistosa. Sabían lo que tuvo que soportar el proletariado revolucionario de la capital durante los primeros días de la revolución, su heroica lucha contra Yudenich, la paciencia con que toleró las privaciones y la miseria.

Pero Kronstadt estaba lejos también de favorecer la Asamblea Constituyente, o la experiencia del comercio libre de que se hablaba en Petrogrado. Los marinos eran, tanto espiritualmente como en la acción, ante todo, revolucionarios. Eran los partidarios más decididos del sistema de los soviets, pero se oponían a la dictadura de un partido político cualquiera.
El movimiento de simpatía hacia los obreros huelguistas de Petrogrado, comenzó primeramente entre los marinos de los barcos de guerra Petropavlovsk y Sebastopol, los mismos navíos que en 1917 fueron el apoyo principal de los bolcheviques. El movimiento se extendió a toda la flota de Kronstadt, y después a los regimientos estacionados allí. El 28 de febrero la tripulación del Petropavlovsk adoptó una resolución que ob- tuvo también el consentimiento de los marinos del Sebastopol. La resolución pedía, entre otras cosas, reelecciones libres del Soviet de Kronstadt, cuyo mandato iba pronto a expirar. Al mismo tiempo fue enviada a Petrogrado una comisión de marinos para obtener informaciones sobre la situación.

El 1.º de marzo se celebró una reunión pública en la plaza del Ancla, en Kronstadt; fue convocada oficialmente por las tripulaciones de la primera y la segunda escuadra de la flota del Báltico. Dieciséis mil marineros, soldados rojos y trabajadores acudieron a ella; la presidió el presidente del Comité ejecutivo del Soviet de Kronstadt, el comunista Vasiliev. El presidente de la República socialista federativa de los Soviets, Kalinin, y el comisario de la flota del Báltico, Kuzmin, estaban presentes, y tomaron la palabra. Debe hacerse notar aquí, como indicación de la actitud amistosa de los marinos hacia el gobierno bolchevique, que Kalinin, a su llegada a Kronstadt, fue recibido con los honores militares, con música y con banderas desplegadas.

La comisión de marinos que había sido enviada a Petro- grado presentó su informe en el mitin. Este informe confirmó las peores aprensiones de Kronstadt. La reunión expresó abiertamente su indignación contra los métodos empleados por los comunistas para sofocar las aspiraciones de los obreros de Petrogrado. La resolución adoptada por el Petropavlovsk el 28 de febrero fue entonces presentada a los reunidos. El presidente de la República, Kalinin, y el comisario Kuzmin atacaron fe- rozmente la resolución, a los huelguistas de Petrogrado y a los marinos de Kronstadt. Pero sus argumentos no impresionaron a los asistentes y la resolución del Petropavlovsk fue adoptada por unanimidad. He aquí el documento histórico:

«Resolución de la reunión general de la primera y segunda es- cuadra de la flota del Báltico, celebrada el 1.º de marzo de 1921 Habiendo oído el informe de los representantes enviados a Petrogrado por la reunión general de las tripulaciones para examinar allí la situación, Decide:

1) dado que los soviets actuales no expresan la voluntad de los obreros y de los campesinos, celebrar inmediatamente las nuevas elecciones por voto secreto, teniendo completa libertad de agitación entre los obreros y campesinos la campaña electoral;
2) establecer la libertad de palabra y de prensa para todos losobreros y campesinos, para los anarquistas y para los partidos socialistas de la izquierda;
3) asegurar la libertad de reunión para los sindicatos y para las organizaciones campesinas;
4) convocar una conferencia independiente de los obreros, sol- dados rojos y marinos de Petrogrado, antes del 10 de marzo de 1921;
5) liberación de todos los presos políticos socialistas y también de todos los obreros, campesinos, soldados y marinos encarcelados por el delito de participación en los movimientos obreros y campesinos;
6) elegir una comisión de examen de los casos de aquellos que se encuentran en las prisiones y en los campos de concentración;
7) abolir las oficinas políticas, porque ningún partido debe tener privilegios para la propaganda de sus ideas, ni recibir la ayuda financiera del gobierno para tales fines. En su lugar será necesario instituir comisiones de educación y de cultura social, elegidas localmente y sostenidas materialmente por el gobierno;
8) abolir inmediatamente los «destacamentos de portazgo»1;
9) igualación de las raciones para todos aquellos que trabajan en oficios peligrosos para la salud;
10) abolición de los destacamentos comunistas de guerra en todas las secciones del ejército, lo mismo que de la guardia comunista apostada en los talleres y en las fábricas; en caso de necesidad, estos destacamentos o pelotones de guardia deberán ser designados en el ejército, desde las filas mismas, y en las fábricas según los deseos de los obreros;
11) dar a los campesinos plena libertad de acción en lo que con- cierne a sus tierras y también el derecho a poseer ganado, a condición de que se arreglen los campesinos mismos sin tener que recurrir a la explotación ajena;
12) pedir a todas las secciones del ejército y a nuestros camaradas los kursanty militares que acepten nuestras resoluciones;
13) pedir a la prensa que dé la mayor publicidad a nuestras resoluciones;
14) designar una comisión ambulante de control;
15) permitir la pequeña industria a domicilio.

La resolución es adoptada por unanimidad por la reunión de la brigada, absteniéndose de votar sólo dos personas.
PETRICHENKO
Presidente de la reunión de la brigada PEREPELKIN
Secretario
Resolución adoptada por aplastante mayoría por la guarnición de Kronstadt.
VASILIEV
Presidente.»

 

Esta resolución que, como hemos dicho ya, fue combatida ardientemente por Kalinin, fue adoptada a pesar de su protesta. Después de la reunión, Kalinin pudo volver a Petrogrado sin ser inquietado.

En esta misma reunión se resolvió enviar a Petrogrado un comité que explicaría a los obreros y a la guarnición de la capital las peticiones de Kronstadt y pediría que delegados independientes (no pertenecientes a ningún partido) fuesen enviados por ellos a esta ciudad para informarse sobre el estado verídico de las cosas y sobre las peticiones de los marinos. Este comité, compuesto de treinta miembros, fue detenido en Petrogrado por los bolcheviques; su suerte ha quedado siempre en el misterio.

Como la existencia legal del Soviet de Kronstadt llegaba a su término, la reunión de la brigada decidió convocar una conferencia de delegados para el 2 de marzo, a fin de discutir el modo de celebrar las elecciones. En la conferencia tomaban parte representantes de los navíos de guerra, de la guarnición, de las diferentes instituciones soviéticas, de los sindicatos y de los talleres. Cada organización estaba representada por dos de- legados.

Celebróse la conferencia el 2 de marzo en la Casa de Educación (anteriormente Escuela de Ingenieros de Kronstadt), asistiendo a ella trescientos delegados, entre los que se encontraban también comunistas.

La reunión, abierta por el marino Petrichenko, eligió una presidencia de cinco miembros. La cuestión principal a resolver por los delegados concernía a las nuevas elecciones del Soviet

de Kronstadt, que debían verificarse pronto, y establecer los principios sobre los cuales deberían celebrarse. La reunión tenía también que poner en práctica las resoluciones adoptadas la víspera y acordar los mejores medios para ayudar al país a salir de las condiciones lamentables creadas por el hambre y por la falta de calefacción.

El espíritu de la conferencia era claramente sovietista; Kronstadt exigía los Soviets libres de toda intervención y de todo partido político, Soviets independientes que fueran el reflejo de las aspiraciones de los obreros y campesinos y expresaran su voluntad. La actitud de los delegados era antagónica al régimen arbitrario de los comisarios burocráticos, pero simpática a la orientación del partido comunista como tal. Eran partidarios abnegados del sistema de los Soviets y sinceros en su deseo de encontrar amistosa y pacíficamente una solución a es- tos problemas apremiantes.

El comisario de la flota del Báltico, Kuzmin, fue el primero en usar de la palabra. Hombre más bien de energía que de juicio, no se dio cuenta de la gran importancia del movimiento. No supo ponerse a la altura de la situación; atraerse los corazones y cerebros de estos hombres tan sencillos, mari- nos y trabajadores, que habían hecho tantos sacrificios por la revolución y estaban extenuados y desesperados. Los delega- dos se habían reunido para entenderse con los representantes del gobierno. Pero en lugar de ese espíritu conciliador, el discurso de Kuzmin fue una antorcha encendida lanzada sobre pólvora. Indignó a todos por su arrogancia y su insolencia. Negó los tumultos obreros de Petrogrado, diciendo que la ciudad estaba tranquila y los obreros satisfechos. Alabó el trabajo de los comisarios, puso en duda los motivos revolucionarios de Kronstadt y habló de los peligros que amenazaban por la parte de Polonia. Llegó hasta proferir insinuaciones indignas y a rugir amenazas. «Si queréis la guerra abierta, concluyó Kuzmin, la tendréis, porque los comunistas no aflojarán las riendas del gobierno. Lucharemos hasta el fin.»

El discurso provocativo y desprovisto de tacto del comisario de la flota del Báltico fue un insulto a los delegados. El discurso del presidente del Soviet de Kronstadt, el comunista Vasiliev, que habló después de Kuzmin, no causó ninguna impresión; fue impreciso y sin mérito. Cuanto más se desarrollaba el mitin, más francamente antibolchevique se tornaba la actitud general. Y, sin embargo, los delegados esperaban llegar todavía a entenderse con los representantes del gobierno. Pero se advirtió en seguida, decía el informe oficial2, que «no podíamos tener confianza en nuestros camaradas Kuzmin y Vasiliev, y que se había hecho necesario aislarnos temporalmente, sobre todo porque los comunistas están en posesión de las ar- mas y nosotros no tenemos acceso a los teléfonos. Los soldados tienen miedo a los comisarios, de lo cual tenemos la prueba en la carta leída en la reunión de la guarnición».

Kuzmin y Vasiliev fueron entonces alejados de la reunión y arrestados. Un rasgo característico del espíritu de la conferencia está en el hecho de que una moción que pedía el arresto de los demás comunistas presentes fue rechazada por inmensa mayoría. Los delegados sostenían que los comunistas debían ser considerados igualmente que los representantes de las otras organizaciones y debían gozar de los mismos derechos y res- petos. Kronstadt estaba siempre resuelta a hallar una base de reconciliación con el partido comunista y con el gobierno bolchevique.

Las resoluciones del 1.º de marzo fueron leídas y adoptadas con entusiasmo. En ese momento la reunión se animó y excitó vivamente al declarar un delegado que quince camiones de sol- dados y de comunistas armados de fusiles y de ametralladoras habían sido enviados por los bolcheviques con orden de atacar a los reunidos. «Esta información —continúa el informe del Izvestia— promovió un profundo resentimiento entre los dele- gados.» La investigación hecha demostró que el informe carecía de todo fundamento, pero persistían los rumores de que un destacamento de kursanty, con el famoso chekista Dukin a la cabeza, marchaba ya en dirección al fuerte de Krasnaya Gorka. En vista de estos nuevos acontecimientos y de las amenazas de Kuzmin y de Kalinin, la conferencia se dedicó inmediatamente a organizar la defensa de Kronstadt contra el ataque bolchevique. El tiempo apremiaba y se decidió transformar la presidencia de la conferencia en un Comité revolucionario provisional, que tenía por deber mantener el orden y la salvaguardia de la ciudad. El Comité debía emprender también los preparativos necesarios para celebrar las nuevas elecciones del Soviet de Kronstadt.

Notas

1 Zagraaditelnye otriady, destacamentos armados organizados por los bolcheviques para suprimir el comercio ilícito y para confiscar los víveres y otros productos. La irresponsabilidad y la arbitrariedad de estos métodos se han hecho proverbiales en toda la extensión del país. El gobierno suprimió estos destacamentos en la provincia de Petro- grado la víspera de su ataque a Kronstadt —una jugarreta al proletariado de Petrogrado.

2 Izvestia, del Comité Revolucionario provisorio de Kronstadt, número 9; 11 de marzo de 1921.

 

Este texto pertenece al Capitulo II del libro «Kronstadt» de Alexander Berkman.


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